Así se refleja en el estudio "Inmigración y vivienda en España", presentado el jueves por la secretaria de Estado de Inmigración, Consuelo Rumí, y por los autores de este trabajo de investigación, el primero a nivel estatal sobre la vivienda en relación a la inmigración.
Uno de los responsables del trabajo, Carlos Pereda, del Colectivo IOE, subrayó que el hecho más sustantivo reside en que casi el 50 % de los "inmigrantes periféricos" (América Latina, Africa y Asia) -78% de los extranjeros empadronados, 2,8 millones-, viven en subarriendo: alquilan una o varias habitaciones de una misma vivienda.
La población inmigrante habita casas de tamaño mucho más pequeño que los españoles, lo que da lugar a que las situaciones de hacinamiento (menos de diez metros cuadrado por persona) sean más frecuentes: un 19 % frente a un 2,5 % de la población autóctona, "casi cinco veces mayor", indicó Pereda.
De acuerdo con el estudio, disponen de menos de una habitación el 61 % de los inmigrantes, porcentaje que asciende al 36 % en el caso de los españoles.
Las "camas calientes"
Con respecto al fenómeno de las "camas calientes", el sociólogo agregó que refleja una verdad "muy pequeña y marginal", pues solo el 0,4 % (12.000 personas) viven de esa forma (ocupan un lecho por horas, a veces se establecen hasta tres turnos por día).
Otra proporción mínima la representa el 1,7 % de los inmigrantes, alrededor de 50.000, que viven gratis porque les aloja un familiar, amigo o conocido, una cifra que alcanza el 36 % en el primer momento de su llegada a España.
El estudio, que hizo una encuesta a 909 inmigrantes de Madrid, Cataluña y Comunidad Valenciana, y usó múltiples fuentes para su elaboración, refleja que la barrera más importante para acceder a la vivienda es su elevado precio.
El precio, las inmobiliarias y la xenofobia
A ello se suma "la dificultad por el hecho de ser inmigrante, más acentuado cuando se carece de 'papeles'. Algunas inmobiliarias no atienden por principio a los inmigrantes en situación administrativa irregular".
Por otro lado, menos del 15 % de los inmigrantes poseen una vivienda en propiedad, a pesar de que son "bastantes" los que desearían hacerlo, "pero no pueden" como consecuencia de su nivel de ingresos: el salario medio de un inmigrante "periférico" se sitúa en los 870 euros mensuales frente a los 1.741 de un español.
Para poder optar a una vivienda en propiedad serían necesarios unos ingresos medios mensuales de 1.700 euros, agregó Pereda. De promedio, un inmigrante gasta algo más de 200 euros en un subarriendo y casi 500 euros si alquila un piso independiente o paga una letra para adquirirlo.
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